La pesca clandestina de especies en veda, como langosta, pulpo y pepino de mar, continúa generando graves daños ambientales en Dzilam de Bravo. De acuerdo con Karín Israel Saidén, joven defensor del medio ambiente, esta actividad no solo afecta la fauna marina, sino también los manglares rojos y blancos de la reserva estatal, vitales para el ecosistema local.

Entre las prácticas más dañinas está la operación de sancochaderos ilegales, donde se emplean grandes calderas que consumen gas LP y destruyen manglares para preparar áreas de procesamiento. Estos sitios generan también cantidades significativas de basura que terminan en el mar.

Saidén ha utilizado sus redes sociales para exponer esta problemática, compartiendo videos y fotografías que evidencian la tala de manglares y la contaminación resultante. En sus publicaciones, el activista ha señalado a personas presuntamente responsables, quienes se presentan como compañías pesqueras y operan de manera ilícita.

Asimismo, hizo un llamado a las autoridades, incluyendo PROFEPA, la Secretaría de Desarrollo Sustentable de Yucatán y la Fiscalía General de la República, para atender el problema. Saidén exhortó a la comunidad a sumarse en la defensa de los manglares y combatir la pesca furtiva que amenaza el equilibrio ambiental de la región.

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